lunes, 26 de octubre de 2009

-CARRERA INTERRUMPIDA-(Isaac Asimov)-

-Investigacion-Edicion:M-G-SIMONIN-

Asimov estaba trabajando en una nueva novela de ciencia ficción. Una historia donde, una vez más, Elijah Baley y R. Daneel Olivaw unían sus esfuerzos para desentrañar un misterio. Es probable que el punto de partida no fuera muy distinto a lo que luego sería Los robots del amanecer: un asesinato en Aurora, el principal de los cincuenta mundos que un día fueron colonias terrestres.

En cualquier caso, esa novela nunca llega a término. Con poco más de un par de capítulos escritos, Asimov la abandona. ¿Por qué? ¿Tan mala estaba resultando?

No, en realidad no tiene nada que ver con eso. O, al menos, es lo que Asimov siempre ha afirmado.

Según su propia versión, lo que ocurrió fue que a finales de 1957 los rusos pusieron en órbita el Sputnik y se pusieron por delante de los americanos en la carrera espacial. Y eso lo cambió todo.

De un modo u otro, había hecho de la ciencia su vida y su principal foco de interés. A partir de ese momento será, también, su principal fuente de ingresos.

¿Iban a ganar los rusos la carrera espacial?, se preguntaba Asimov. ¿Por qué? ¿Tal vez porque el pueblo americano, seguramente el mayor potencial humano en la historia de la humanidad, se despreocupaba por la ciencia, no le interesaba, no la comprendía y, en el fondo, pensaba que no le afectaba? Sin un apoyo popular fuerte, el programa espacial americano estaba destinado a fracasar. Y, para que existiera ese apoyo popular, el pueblo debía comprender la ciencia, la importancia de la ciencia y tenía que sentirse interesado por ella.

Así que Asimov se embarca en una cruzada personal, decidido a convertirse en el mejor escritor científico del mundo y a educar al pueblo norteamericano. A poner, a su modo, su granito de arena en apoyo del programa espacial americano.

* * *

Ésa es la versión oficial del asunto. La versión que el propio Asimov contó hace ya bastante tiempo y que nunca cambió.

Cabe preguntarse, sin embargo, si es totalmente correcta.

No dudamos del mazazo que tuvo que representar ver a los rusos tomar la delantera. Afectó a toda la sociedad norteamericana en mayor o menor medida y volcó el interés del público hacia algo que hasta entonces apenas le había interesado.

Un interes que, por cierto, se desvanecerá poco más de diez años más tarde cuando los americanos lleguen los primeros a la Luna. Han ganado la carrera. A partir de ese momento, los astronautas dejan de ser esforzados héroes del mundo libre para pasar a convertirse en aburridos técnicos que realizan un trabajo rutinario. Sólo cuando el Apolo XIII sufre un accidente y está a punto de suceder un desastre, el público recupera el interés por el programa espacial. Un interés, todo hay que decirlo, que en ese momento es puro morbo.

Pero el romanticismo, la emoción, la aventura se pierden en cuanto Armstrong pone los pies en la superficie lunar.

Decíamos que el lanzamiento del Sputnik cambió la sensibilidad de la sociedad americana. Y sin duda Asimov no fue una excepción. Pero me resulta difícil creer que ése fuera el único motivo por el que decide abandonar una más que asentada carrera literaria en favor de la divulgación científica.

No podemos saber qué pasó realmente. Pero se pueden ver algunos indicios.

El primero es que en los últimos años Asimov ha descubierto que escribir sobre la ciencia le gusta, le proporciona un enorme placer y se resulta mucho más fácil que escribir ciencia ficción.

El segundo es que sus ingresos en el campo de la divulgación empiezan a ser interesantes y quién sabe si no tardarán en superar a lo que obtiene escribiendo novelas y cuentos. La ficción empieza a no serle rentable: la relación tiempo empleado/resultados obtenidos es grande, demasiado, sobre todo comparada con los artículos científicos que casi parecerían escribirse solos.

Añadamos que la ciencia ficción está cambiando. Poco a poco, pero ya empieza a ser perceptible, están empezando a aparecer nuevos escritores cuyas preocupaciones ya no son las mismas que las de aquellos que iniciaron su carrera en las revistas pulp. La new wave está a la vuelta de la esquina. La ciencia ficción está creciendo, diversificándose, volviéndose más competitiva y las exigencias de calidad son cada vez mayores. Unas exigencias que Asimov, tal vez, teme que sea incapaz de cumplir, con su estilo sencillo, directo y carente de presensiones “literarias”.

Y si lo redondeamos con la situación familiar de Asimov obtenemos un panorama bastante completo. La familia va creciendo, y cada vez es más cara de mantener. De momento no hay preocupaciones, pero quién sabe si en el futuro…

Sospecho que es una confluencia de todos esos factores (más el hecho indudable del mazazo que supone el lanzamiento del Sputnik) lo que lo llevan a tomar la decisión de dejar de forma activa la ciencia ficción.

No por completo, sin embargo. De haber sido estrictamente lógico, racional, práctico, sin duda se habría encogido de hombros, habría abandonado el nicho literario en el que dio sus primeros pasos y habría seguido su camino sin volver a pensar en ello. Pero, por suerte o por desgracia (por suerte algunas veces, por desgracia, muchas otras) los humanos no somos seres totalmente lógicos y prácticos.

Aunque ha decidido dejar de escribirla, no quiere dejar la ciencia ficción. Quiere, de algún modo, seguir presente en el género. En parte porque es su casa, el lugar donde de verdad se siente cómodo y donde ha hecho buena parte de sus mejores amigos. Y en buena medida, sin duda, por pura vanidad.

Así que su figura, su nombre, seguirá presente en las revistas y las convenciones del género. Primero a través de los artículos científicos que publica en The Magazine of Fantasy and Science Fiction. Luego, a través de ocasionales relatos de ciencia ficción, que aún escribe de vez en cuando, o introducciones y prólogos a alguna antología de relatos de otros autores. Y, por supuesto, actuando como maestro de ceremonias y participando activamente en convenciones y congresos, cuando puede permitirse acudir a ellos.

De un modo u otro, aunque la ciencia ficción no tarda en convertirse en una parte mínima, casi irrelevante de su producción literaria, su identificación con el género se mantiene. Sus libros se siguen vendiendo y reeditando y su nombre nunca está del todo ausente del mundo de la CF americana.

Él mismo, cuando alguien le pregunta a qué se dedica, de qué escribe, responde siempre lo mismo: “A una gran variedad de temas, desde Shakespeare a la bioquímica. Pero, sobre todo, soy conocido como escritor de ciencia ficción”.

Y es que en su fuero interno, aunque escribir otras cosas le resultase más sencillo, menos trabajoso y más gratificante económicamente, siempre se ve como un autor de CF. Y, una y otra vez, las circunstancias lo hacen volver al género, aunque sea de forma ocasional.

Acabará regresando de un modo definitivo a principios de los años ochenta. Pero de eso ya hablaremos más adelante.

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